Por Raúl Isman
Docente y escritor argentino.
Columnista del Noticiero televisivo
Señal de Noticias.
Colaborador habitual del
periódico Socialista “el Ideal”
Director de la revista
Electrónica Redacción popular.
raulisman@yahoo.com.ar
Cuando no recordamos lo que nos pasa
Nos puede suceder la misma cosa.
Fragmento de un tema de Lito Nebia.
La alusión al célebre grito de lucha proferido por Dolores Ibarruri, la pasionaria comunista, durante los trágicos tiempos de la guerra civil española (1936-1939) no tiene por finalidad argumentar que se juega en el conflicto actuar de la Argentina si el país seguirá siendo capitalista o no. Hoy el debate es si sigue y se profundiza el rumbo comenzado en el 2003 o vuelve la prosapia neoliberal que gestionó nuestra sociedad con el absoluto beneplácito del poder económico entre 1989 y el terrible derrumbe de su modelo en los años 2001 y 2002.
Sólo los necios o los cómplices pueden negar las intenciones golpistas de la cruzada reaccionaria que fue escenificada el miércoles 4 de marzo en el Senado. Y si alguien duda, allí está el irrefutable archivo de la T.V. que desde Internet está al alcance de todo el mundo. Carrió diciendo que la “gente” los quiere matar o desea que los echen (a los Kirchner), los diputados del Pro (convertidos en celosos custodios de las reservas, cuando son personeros de los fugadores de capitales) o senadores de la U.C.R. como Gerardo “sólo digo mentiras” Morales, hablando de defender el salario de los argentinos (cuando le descontaron sus haberes a jubilados y estatales para contentar a los usureros internacionales) demuestran para todos, menos para quien no quiere verlo, la prosapia golpista de esta ensorbecida caterva de políticos al servicio de la derecha.
Por si quedasen dudas, en el Senado sus objetivos se realizaron con el voto nada menos que del máximo sátrapa rematador del patrimonio nacional y responsable del hundimiento de la nación y empobrecimiento popular: Carlos Saúl Menem. ¿Qué tiene que hacer un socialista, como Rubén Giustiniani, aliado con los depredadores de los ’90, como Reuteman, el senador salteño Romero, la senadora Duhalde y tantos otros?
Las políticas nacionales, populares, progresistas o revolucionarias no anclan en los discursos, si no en las clases sociales que impulsan los proyectos y que resultan beneficiarias de los mismos. Resulta muy evidente de que lado están los grandes propietarios rurales, los medios de comunicación concentrados, los empresarios nostálgicos de los ’90, como Cristiano Ratazzi. Este gobierno- a despecho de sus vacilaciones y concesiones- afectó los intereses del poder y por ello desean voltearlo. No es preciso acordar con todo nuestro análisis. Pero si reconocer que es fundamental ponerle un límite a la reacción. Y no se le ponen límites a la derecha aliándose con Menem, Duhalde, De Narvaez, el PRO, la U.C.R, la Coalición Cínica y golpista y demás. De lo contrario, el progresismo encubre ser la cara izquierdista de la subordinación colonial. La avanzada conservadora se inscribe en la estrategia continental desplegada por Washington para recuperar influencia en nuestra América. El bombardeo en Ecuador del 1 de marzo de 2008 el golpe en Honduras del 28 de junio de 2009, las amenazas contra los procesos emancipatorios en Venezuela, Bolivia, Ecuador son parte sustancial de tales políticas. Al gobierno argentino le cobran lo hecho en la cumbre anti-A.L.C.A y lo mejor de sus políticas. No sus concesiones. ¿Puede alguien que se diga consecuentemente nacional, popular, progresista o de izquierda avalar y servir a la construcción política de semejantes enemigos del pueblo?
Ya ha quedado claro que los Kirchner no son doblegados ni aún en la derrota electoral. En consecuencia, el poder exige barrer semejante herejía y la restauración de un orden político dócil a sus designios. Este es el conflicto real. No calidad institucional contra atropellos K. Lo que en realidad desean es más represiones puentes Pueyrredón o 20 de diciembre de 2001 y no más asignación universal por hijo. Para la derecha, el remedio para la pobreza no son recursos, sino la marginación y las balas policiales, para esta salvaje derecha perversa y excluyente. Quieren un Banco Central rebosante de dólares para fugarlos sirviendo a sus mandantes en un próximo turno gubernamental.
No queda mucho tiempo. Es preciso ponerle límites a la derecha uniendo a todos aquellos que deseen un rumbo político que impulse el desarrollo nacional, la integración social, la mejoría de los sectores populares y en el debate se puede seguir enriqueciendo los objetivos. El gobierno debe abrir su base de apoyo sumando sectores progresistas y asumiendo públicamente un pacto de gobernabilidad. Pero quienes desde el parlamento se sumen a la ofensiva reaccionaria serán corresponsables de la restauración neoliberal. Es que pese a sus encendidos discursos revolucionarios trabajan para la derecha. La reacción embiste contra la estatización de las A.F.J.P., el retroceso en la reivindicación de los derechos humanos y la reivindicación de los genocidas, que se privilegie el trabajo foráneo contra el nacional, la política exterior latinoamericanista y todo lo mejor de este gobierno. Nadie que esté con el pueblo puede favorecer esas criminales orientaciones. Quien quiera oír que oiga.
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