por Raúl Isman.
Docente y escritor argentino.
Director de REDACCIÓN POPULAR.
El bicentenario que se aproxima- como todo proceso de la historia- implica y amplifica diversas resonancias y significados ciertamente muy diferentes y aún opuestos entre si. Para los destacamentos más derechistas y conservadores del continente será ocasión de rememorar la revolución vacía con que nos atormentaron en acartonados fastos escolares o viejas revistas y manuales del alumno utilizados en las diversas instancias del sistema educativo. Desprovisto de resonancias presentes, “su” bicentenario es una renovación del pacto de pleitesía hacia el imperio. Es que gran parte de las clases dominantes americanas concibieron la independencia nada más que como un cambio de amo. Por el contrario, para los pueblos es una reactualización de muchas gestas, que no hacen más que renovar la continua lucha de las masas explotadas, oprimidas y marginadas en un continente irredento por más de cinco centurias.
En ámbitos académicos se perciben tensiones derivadas del hecho que no pocos de sus cuadros colocan su saber al servicio de la causa emancipatoria. Destacan así que las grandes revoluciones que se dan en nuestra América ocupan un lugar central en el ciclo de las grandes revoluciones (burguesas) arrancado en el último tercio del siglo XVIII. Colocan en primer plano el abnegado papel de las masas populares en las luchas de muchos de las diversas sociedades. No puede olvidarse que el país (Haití), en el cual comenzó la revolución Americana, al mismo tiempo avanzó a la independencia y rompió las cadenas de la esclavitud. Por lo mismo fue sometido al empobrecimiento ancestral, a dictaduras genocidas y a invasiones no menos sanguinarias. La última desencadenada hace pocos días, so pretexto de un terremoto. Por el contrario, los universitarios más ligados a las vertientes de derechas nos muestran un proceso independentista realizado por elites que no transformaron casi nada en sus sociedades y además en un marco de consenso con el nuevo amo imperial. Reivindican a un Bolívar de cartón, pero olvidando adrede las proféticas advertencias que hiciera el libertador sobre el nefasto papel que cumplirían los Estados Unidos. En las voces historiográficas de la reacción, la liberación nacional carece de todo vínculo con la emancipación social. Pero no por nada, Bolívar concedió la libertad a todos sus esclavos. En semejante acto manifestaba de modo práctico, que nuestra liberación nacional es inseparable de una profunda transformación social.
Así como en el campo académico, en la política actual se dirimen enfrentamientos similares a los de hace dos centurias. En tal cometido se registran avances y retrocesos. Los logros del pueblo boliviano y el uruguayo se han visto opacados por el formidable retroceso experimentado en Chile. Nada menos que la barbarie pinochetista resultó triunfadora y por lo tanto, legitimada. Interesa destacar en este punto que hay errores inevitables. Pero cuando las fallas pueden ser esquivadas resultan un modo inconcebible e imperdonable de pavimentarle el sendero al imperio. En la Concertación no mostraron interés en contener a un novel candidato y este, con su prédica, resultó completamente funcional a las necesidades de la derecha. Las fuerzas de izquierdas y progresistas chilenas podrán comprobar que la reacción- cuando clava sus garras en un estado- recurre al fraude sistemático o al ulterior golpe de estado para no abandonar posiciones. Méjico u Honduras son los ejemplos más claros.
Las derechas se visten de corderos durante la campaña, prometiendo un cambio y afirmando que derechas e izquierdas constituye un clivaje arcaico y superado. Por cierto que omiten decir en que consiste la mentada transformación. No pasa mucho tiempo hasta que se quitan el disfraz. Es decir se travisten de lo que realmente son: Piñera aún no asumió y ya esta intentando entregar el cobre al sacrosanto capital privado. Macri en Buenos Aires patotea y apalea a los pobres y arma su policía con sofisticados instrumentos de tortura. Nada de lo dicho se hallaba en las plataformas de campaña y demuestra otra vez, muy a fuego, que izquierdas y derechas son algo más que lateralidades.
Honrar al bicentenario significa no seguir cediendo terreno. Un ex presidente argentino dijo que resultaría imperdonable permitir la restauración conservadora, que sin dudas será recuperación imperialista. Los tiempos son trágicos en razón que los E.E.U.U. desean- como los Borbones Ibéricos en el siglo XVIII y cierta parte del XIX- reformatear nuestras sociedades profundizando su dominación. Podrán cercar a la Venezuela bolivariana. Pero no deben derrotarla, como no pudieron con Cuba. Y si bien es inevitable cometer errores, los que pavimentan el camino al imperialismo y pueden ser evitados resultan infantiles, criminales e imperdonables.
martes, 2 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario