Por Raúl Isman.
(Historiador y Académico argentino)
Noviembre de 2013.
Es por demás conocida la célebre frase que afirma que todo conflicto bélico no es más que la continuación de la política por medios beligerantes. De allí que el imperialismo norteamericano desarrolla todas las guerras, como diversos rostros de un único monstruo cuyo objetivo es someter a los pueblos de Nuestra América (y del orbe entero) a las miserias más degradantes de la condición humana por medio de la más infame explotación, saquear sus recursos, depredar los territorios hasta tornar inviable e imposible toda vida en un instante no demasiado lejano en el tiempo y pisotear todo atisbo de autonomía o independencia contra los designios del amo del norte por parte de los estados nacionales. Para ello implementó una novísima alianza de “la cruz y la espada”, independientemente que se tratase de clérigos católicos o protestantes.
Así el método de la invasión militar fue implementado contra la Guatemala de Arbenz, la desestabilización por medio del desabastecimiento y la carestía de bienes básicos se utilizó contra el Chile de Allende, el bloqueo injustificado, arbitrario e inadmisible contra Cuba, el cerco de las dictaduras afines a las líneas del departamento de estado contra la Argentina del último Perón, la presión desde la cercanía geográfica contra Méjico y en todos los ejemplos que podamos argüir la difamación mediática fue una de las formas bélicas más transitada, sin concederle “tantico así” a la verdad.
En rigor, todas las metodologías fueron utilizadas en cada uno de los casos con que ejemplificáramos en el párrafo anterior y se exacerban en los días que corren contra la Venezuela Bolivariana. Es que el inolvidable comandante Hugo Rafael Chávez Frías trazó una impronta en el imaginario latinoamericano que se puede sintetizar en el retroceso que su gigantesca obra le infligió al imperialismo durante los casi tres lustros que gobernó la patria de Bolívar. La relativa debilidad con que asumió su sucesor Nicolás Maduro Moros envalentonó a los usasirvientes y lacayos para acometer la tarea de desestabilizar a la revolución. Desabastecen e inflan precios en productos de primera necesidad y también consumos sofisticados; ya que los gobiernos bolivarianos han ampliado masivamente el universo de ciudadanos con capacidad de consumo. Como hipótesis de mínima planean un golpe de estado. De máxima, una invasión imperial. El presidente y heredero de Chávez ha radicalizado correctamente el rumbo. Es fundamental mantener unidos al conjunto de los sectores populares en esta muy prolongada conflagración por la segunda independencia. Y dejar muy claro que la batalla electoral en las municipales del 8D se trata nada más que de una escaramuza y que la guerra sólo se gana en la lucha cultural contra la conciencia capitalista y dependiente, aún superviviente en vastos sectores del pueblo.
Así el método de la invasión militar fue implementado contra la Guatemala de Arbenz, la desestabilización por medio del desabastecimiento y la carestía de bienes básicos se utilizó contra el Chile de Allende, el bloqueo injustificado, arbitrario e inadmisible contra Cuba, el cerco de las dictaduras afines a las líneas del departamento de estado contra la Argentina del último Perón, la presión desde la cercanía geográfica contra Méjico y en todos los ejemplos que podamos argüir la difamación mediática fue una de las formas bélicas más transitada, sin concederle “tantico así” a la verdad.
En rigor, todas las metodologías fueron utilizadas en cada uno de los casos con que ejemplificáramos en el párrafo anterior y se exacerban en los días que corren contra la Venezuela Bolivariana. Es que el inolvidable comandante Hugo Rafael Chávez Frías trazó una impronta en el imaginario latinoamericano que se puede sintetizar en el retroceso que su gigantesca obra le infligió al imperialismo durante los casi tres lustros que gobernó la patria de Bolívar. La relativa debilidad con que asumió su sucesor Nicolás Maduro Moros envalentonó a los usasirvientes y lacayos para acometer la tarea de desestabilizar a la revolución. Desabastecen e inflan precios en productos de primera necesidad y también consumos sofisticados; ya que los gobiernos bolivarianos han ampliado masivamente el universo de ciudadanos con capacidad de consumo. Como hipótesis de mínima planean un golpe de estado. De máxima, una invasión imperial. El presidente y heredero de Chávez ha radicalizado correctamente el rumbo. Es fundamental mantener unidos al conjunto de los sectores populares en esta muy prolongada conflagración por la segunda independencia. Y dejar muy claro que la batalla electoral en las municipales del 8D se trata nada más que de una escaramuza y que la guerra sólo se gana en la lucha cultural contra la conciencia capitalista y dependiente, aún superviviente en vastos sectores del pueblo.
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