Por Raúl Isman.
Editor de Cuaderno de la IN
raulisman@yahoo.com.ar
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(Texto escrito en exclusividad para Cuaderno de la Izquierda Nacional y
editado originariamente en dicha publicación).
Una tarde de noviembre- en la que la aún no arribada canícula porteña hacía
sentir sus rigores como si fuere un tórrido febrero- caminando por el centro de
la ciudad de Buenos Aires me topé con una curiosa manifestación encabezada por
pancartas, que exhibían los rostros de Vladimir Lenín y León Trotski. Se trataba
de los manifestantes concurrentes a una marcha de las tantas que surcan
habitualmente el centro porteño. Y se hallaban agrupados bajo la curiosa
denominación de Convergencia Socialista, cuando en rigor debieran denominarse
Divergencia Socialista, habida cuenta de la feroz y compulsiva propensión que
carcome hacia la cariosinesis al conjunto de (mini) fuerzas que pululan en el
espacio troskológico nacional. Yo cavilaba en lo difícil que debe ser
relacionarse políticamente con compatriotas; que ni conocen necesariamente la
efigie de los gladiadores del bolchevismo; cuando además la callejera carta de
presentación los incluye como íconos cuyas ideas debieran resultar
obligatoriamente de cotidiano debate en la sociedad civil (o pueblo llano).
También recordé el comicio del 11 de marzo de 1973. Bajo la consigna liberación
o dependencia el pueblo plebiscitaría el retorno de Perón y su modelo. Daba la
nota por aquellos tiempos una organización trotskista que llamaba a impugnar
programáticamente el sufragio y repartía boletas para colocar en las urnas con
la imagen del revolucionario asesinado en Méjico. Para peor, dicha secta tenía
la equívoca sigla de F.B.I. (Fracción Bolchevique de la Cuarta Internacional).
Como se ve, en la división internacional del trabajo cierta izquierda recibe la
función de hacer reír o provocar el ridículo. Casi tropiezo con Ariel, un
compañero peronista con un pasado en la izquierda, al cual le referí las
pancartas observadas y le dije que no sería poco adecuada la elección de un
personaje nacional para ornar las referidas pancartas T. En broma le di una
sugerente idea: el chacho Peñatroski debería ser el “Moisés” que condujera su
rebaño hacia el anclaje con la realidad nacional, desde las oscuras, procelosas
y turbias aguas de su cipayismo cultural.
La cuestión no pasó de una chanza, llegué a mi casa, completé algunas actividades y arrullado por el aire acondicionado y por el amor de mi mujer me dormí como una marmota. Sin dudas la breve conversación sostenida influyó en mi inconsciente porque rápidamente apareció el mismísimo chacho Peñatroski. Parecía el caballero escarlata, enteramente ataviado de rojo y montado en un caballo pinto. Ambos se desplazaban con garbo por la Avenida de Mayo, pese a los vehículos que amenazaban con levantarlos “como sorete en pala”, al decir de la criollísima expresión. Con espuelas doradas, que semejaban estrellas de cinco puntas, toda su vestimenta se hallaba tachonada con pins con forma de hoz y martillo. Antes de ser interceptado por las fuerzas policiales, fue abordado por movileros de canales y radios, que ya habían informado acerca de la extraña novedad e inclusive enviaron fotos y videos que fueron rápidamente subidos en diversos portales. Pese a las conocidas dificultades existentes para recordar sueños, estamos en condiciones de reconstruir de modo bastante fiel (o más bien verosímil) la improvisada conferencia de prensa que el Chacho Peñatroski brindó a los periodistas antes de hundirse tan rápido como había emergido en las brumas oníricas de las que surgió.
-¿Quién es usted? Le preguntó una periodista de una radio.
-Soy León Lenín Peñatroski, enviado por el secretariado (desunificado) de la octava internacional y arrabales interplanetario para predicar la luz de nuestra doctrina, el federal socialismo, tanto a nivel nacional, como mundial e intergaláctico.
-Los interrogantes brotaban casi a borbotones. ¿Qué es el federal socialismo?
-Un conjunto de ideas que eliminará de raíz todos los males de este mundo: las guerras, la explotación del gaucho por el terrateniente, del obrero por el capitalista, del marido por la esposa, la contaminación ambiental, las internas inconducentes entre los partidos de izquierda y mucho más. Las crisis ya no las pagarán los gauchos y otros sectores explotados, oprimidos y marginados.
-Y quienes las pagarán?
-Los capitalistas y terratenientes, desde luego.
Pero ¿cómo se hace para que efectivamente se hagan cargo de los costos de las crisis?
-Peñatroski sonrió pícaro y respondió: no me pregunten todo a mí. Las respuestas pueden buscarse en la propia lucha.
-Un periodista con formación teórica lanzó una incisiva pregunta. ¿Quién es el sujeto en esta revolución?
-El Gauchitariado, el sujeto nacido en el campo argentino que se proyecta a todo el mundo y aledaños. Gauchos de todas las comarcas of the worl, uníos.
-¿Y todo el gauchitariado se viste tan exóticamente como usted?
-No somos Maoistas, cada cual se puede presentar con el aspecto que desee.
-¿Cómo será la revolución que ustedes anhelan?
-Permanente. Unirá a todos los luchadores del orbe. Transformará el campo y la ciudad. Se dará en los países centrales, que se han desindustrializado. En los países periféricos, que se han desindustrializado antes de conocer el desarrollo manufacturero. Y en los países del socialismo realmente stalinista.
-Pero ya no queda socialismo real, el muro de Berlín se derrumbó hace más de dos décadas. China es una economía de mercado con partido único comunista…
Peñatroski lo miraba entre irónico y desdeñoso para decirle: -Querido amigo, usted le cree demasiado a la prensa burguesa.
-Aquí en la Argentina hubo hace casi un lustro un conflicto célebre entre el gobierno nacional y las patronales agrarias. ¿Cuál es la posición del federal socialismo en este enfrentamiento? ¿Con un gobierno progresista o con sus contrincantes agrarios?
- Ni con las patronales del campo ni con un gobierno burgués hipócritamente progresista. ¡Viva la indómita federación del gauchitariado y su organización independiente políticamente de patrones y gobiernos de turno!
-¿Cuáles son los ejes doctrinarios del socialismo federal?
No hay distancias entre táctica y estrategia. El capitalismo se derrumba. En cada lucha se juega el destino de la revolución. La crisis de la humanidad es la crisis de dirección del gauchitariado.
Estas fueron las últimas palabras durante la epifanía onírica del Chacho Peñatroski. Me despertó una polémica que miraba mi mujer por Tv. Jorge Altamierda miraba desdeñoso al pollo sojero y le decía: nosotros somos los únicos verdaderos Trotskistas. El pollo callaba sin conceder. Dilma Repollo los miraba compasiva; como asumiendo sólo para si la ortodoxia ideológica reclamada por sus dos contrincantes. Parece ser que el breve paso por este mundo de Peñatroski había resultado en vano. Es que al que nace troskitón es al ñudo que se pretenda darle baños de realidad nacional.
La cuestión no pasó de una chanza, llegué a mi casa, completé algunas actividades y arrullado por el aire acondicionado y por el amor de mi mujer me dormí como una marmota. Sin dudas la breve conversación sostenida influyó en mi inconsciente porque rápidamente apareció el mismísimo chacho Peñatroski. Parecía el caballero escarlata, enteramente ataviado de rojo y montado en un caballo pinto. Ambos se desplazaban con garbo por la Avenida de Mayo, pese a los vehículos que amenazaban con levantarlos “como sorete en pala”, al decir de la criollísima expresión. Con espuelas doradas, que semejaban estrellas de cinco puntas, toda su vestimenta se hallaba tachonada con pins con forma de hoz y martillo. Antes de ser interceptado por las fuerzas policiales, fue abordado por movileros de canales y radios, que ya habían informado acerca de la extraña novedad e inclusive enviaron fotos y videos que fueron rápidamente subidos en diversos portales. Pese a las conocidas dificultades existentes para recordar sueños, estamos en condiciones de reconstruir de modo bastante fiel (o más bien verosímil) la improvisada conferencia de prensa que el Chacho Peñatroski brindó a los periodistas antes de hundirse tan rápido como había emergido en las brumas oníricas de las que surgió.
-¿Quién es usted? Le preguntó una periodista de una radio.
-Soy León Lenín Peñatroski, enviado por el secretariado (desunificado) de la octava internacional y arrabales interplanetario para predicar la luz de nuestra doctrina, el federal socialismo, tanto a nivel nacional, como mundial e intergaláctico.
-Los interrogantes brotaban casi a borbotones. ¿Qué es el federal socialismo?
-Un conjunto de ideas que eliminará de raíz todos los males de este mundo: las guerras, la explotación del gaucho por el terrateniente, del obrero por el capitalista, del marido por la esposa, la contaminación ambiental, las internas inconducentes entre los partidos de izquierda y mucho más. Las crisis ya no las pagarán los gauchos y otros sectores explotados, oprimidos y marginados.
-Y quienes las pagarán?
-Los capitalistas y terratenientes, desde luego.
Pero ¿cómo se hace para que efectivamente se hagan cargo de los costos de las crisis?
-Peñatroski sonrió pícaro y respondió: no me pregunten todo a mí. Las respuestas pueden buscarse en la propia lucha.
-Un periodista con formación teórica lanzó una incisiva pregunta. ¿Quién es el sujeto en esta revolución?
-El Gauchitariado, el sujeto nacido en el campo argentino que se proyecta a todo el mundo y aledaños. Gauchos de todas las comarcas of the worl, uníos.
-¿Y todo el gauchitariado se viste tan exóticamente como usted?
-No somos Maoistas, cada cual se puede presentar con el aspecto que desee.
-¿Cómo será la revolución que ustedes anhelan?
-Permanente. Unirá a todos los luchadores del orbe. Transformará el campo y la ciudad. Se dará en los países centrales, que se han desindustrializado. En los países periféricos, que se han desindustrializado antes de conocer el desarrollo manufacturero. Y en los países del socialismo realmente stalinista.
-Pero ya no queda socialismo real, el muro de Berlín se derrumbó hace más de dos décadas. China es una economía de mercado con partido único comunista…
Peñatroski lo miraba entre irónico y desdeñoso para decirle: -Querido amigo, usted le cree demasiado a la prensa burguesa.
-Aquí en la Argentina hubo hace casi un lustro un conflicto célebre entre el gobierno nacional y las patronales agrarias. ¿Cuál es la posición del federal socialismo en este enfrentamiento? ¿Con un gobierno progresista o con sus contrincantes agrarios?
- Ni con las patronales del campo ni con un gobierno burgués hipócritamente progresista. ¡Viva la indómita federación del gauchitariado y su organización independiente políticamente de patrones y gobiernos de turno!
-¿Cuáles son los ejes doctrinarios del socialismo federal?
No hay distancias entre táctica y estrategia. El capitalismo se derrumba. En cada lucha se juega el destino de la revolución. La crisis de la humanidad es la crisis de dirección del gauchitariado.
Estas fueron las últimas palabras durante la epifanía onírica del Chacho Peñatroski. Me despertó una polémica que miraba mi mujer por Tv. Jorge Altamierda miraba desdeñoso al pollo sojero y le decía: nosotros somos los únicos verdaderos Trotskistas. El pollo callaba sin conceder. Dilma Repollo los miraba compasiva; como asumiendo sólo para si la ortodoxia ideológica reclamada por sus dos contrincantes. Parece ser que el breve paso por este mundo de Peñatroski había resultado en vano. Es que al que nace troskitón es al ñudo que se pretenda darle baños de realidad nacional.