por Raúl Isman
Historiador y académico argentino.
El 27 de octubre de 2010 pasará a la historia como el censo más triste de la historia argentina; ya que recién comenzaban las encuestas en cada hogar cuando trascendió la triste noticia de la muerte del líder nacional y latinoamericano; uno de cuyos logros más significativos fue colocar la nave nacional en el gran rumbo de la segunda independencia.
Cuando nos refiramos a sus virtudes estamos hablando de aciertos compartidos por su compañera en el afecto, en la militancia política y sucesora en la presidencia Cristina Fernández. Con la excepción de su maestro teórico y político, el tres veces jefe del ejecutivo, Juan Domingo Perón, fue el único mandatario de la democracia argentina que jamás se entrego al poder real. Cuando aún no había asumido fue presionado por un plumífero servicial al imperio, quién pretendió diseñar los ejes centrales de su gobierno. Deseaba un compromiso de impunidad para los genocidas e imponerle contenidos en política económica marcadamente neoliberales. Néstor no dudó en ahuyentar al caradura y un matutino en el que se desempeñaba el molesto visitante comentó que el país se había dado un presidente que duraría menos que un año. Es conocido que, a continuación, se creó una alianza indestructible con la mayoría de los organismos de derechos humanos: madres, abuelas e hijos de los desaparecidos. Jóvenes nacidos en cautiverio ocupan espacios institucionales y políticos, el apoyo brindado por el gobierno nacional a los organismos reviste el carácter de reconocimiento por parte del estado de la justeza de la lucha de más de tres décadas de ellos. Lo cual tiene un indudable contenido simbólico: con nosotros está lo mejor de esta sociedad. Enfrente….
Ligado indisolublemente a tan magnífica política de derechos humanos- que incluyó una novedad absoluta: la no represión de las protestas sociales- estuvo otro de los ejes centrales de la orientación Kirchnerista: la necesidad de (re)distribuir a favor del pueblo la riqueza nacional. Para ello resultaba imprescindible la reconstrucción de un estado desquiciado por más de tres décadas de neoliberalismo, en general. Y en particular, que la formación estatal tuviera capacidad de intervenir en la economía; que para esto la queremos, no para que derramase sangre de pueblo. Ganó y perdió en este cometido. Mostró aciertos y errores. Sus reveses fueron retrocesos populares; de un pueblo que durante su liderazgo se acostumbró a no perder, luego de largos años de sufrir dolorosas goleadas. Lo que aún falta es terreno que el poder económico defiende con uñas y dientes; convencido que la gestión Kirchnerista lo ha enfrentado como ninguna. La señera ley de medios es una síntesis magnifica de gran parte de la historia argentina.
Otro de los ejes centrales de su proyecto fue aportar al proceso de la unidad latinoamericana, aliando nuestro país primero con la Venezuela Bolivariana y el Brasil, que comenzaba a ser liderado por un ex obrero metalúrgico. Luego se sumarían Bolivia- reencontrada desde Evo con sus raíces indígenas- Ecuador, Nicaragua. En esta orientación fue protagonista del sonoro cachetazo brindado a Busch en la cumbre del A.L.C.A. Cuando se hizo acreedor a la secretaría general de la UNASUR el cargo fue un reconocimiento a su trayectoria, que él honró ayudando a desactivar hace muy poco el peligro de una conflagración bélica entre Venezuela y el portaviones imperialista asentado en territorio colombiano.
Tal vez su legado más genuino haya sido el hecho de reconciliar la política con los sectores populares. Convertir al vetusto, momificado y mafiocrático Partido Justicialista en una fuerza progresista fue tarea para orfebres y arquitectos de las mejores utopías, que él acometió con la pasión y el fuego sagrado de la generación a la que pertenecía. Tal vez el hecho de recostarse con exclusividad en el peronismo haya sido su peor error, pues vedó el camino para edificar una organización propia y leal. Pero Néstor Kirchner se ha ganado un lugar en el corazón de los pueblos latinoamericanos y el mejor modo de honrar su memoria reside en evitar una restauración conservadora.
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